martes, 24 de octubre de 2017

Circulando

Tal y como comienza el Episodio IV "Hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana..."

Se te notaba nerviosa, no te había dicho dónde íbamos y paré en la gasolinera de la BP. Me hubiese gustado llevar un pañuelo de seda con el que taparte los ojo, pero con la precipitación solo pude llevar una bufanda de tejido polar azul. La ceñí sobre tus ojos, una pena, algo grande y basta, haciéndote pasar al asiento trasero.

Me senté en el coche y en el silencio de la noche arranque. 

Callado te veía por el espejo, se te adivinaba nerviosa, expectante ante mi silencio inicial. Un silencio roto por una petición.

-Desnúdate.

Lo hiciste a ciegas, algo torpe, quizás por la posición, quizás por los nervios. Ya estábamos en la M40, pero tú no lo sabías. Entre la oscuridad de la noche y la velocidad de los coches era difícil que alguien se percatara de tu desnudez sobre el asiento trasero de mi coche.

Intentaba hacerme una idea de tus sensaciones, sentimientos, nervios. Ponerme en tu lugar, confiando en mí y no es fácil. No sé si llamarte valiente o loca. Te hablaba, intentando tranquilizarte, pidiéndote que te acariciaras. Mientras, intento conducir en paralelo a algún coche. No sé si te ven o no, pero la sola posibilidad ya lo hace excitante.

Te miro por el espejo, desnuda en el centro del asiento trasero, los ojos tapados, las piernas abiertas, te acaricias un pecho. Se te nota excitada. Estiro la mano notando el frío del vidrio, te lo paso atrás para que lo cojas, se nota tu sorpresa.

Es una almirez de vidrio, grande y pesado. Solo por la forma ya intuyes que es para jugar, para que lo metas en tu sexo, para masturbarte con el. Pero por el tacto, por la forma, por el peso no consigues saber que es, no es un juguete al uso.

Estamos llegando al Pardo, a los famosos techados, creo que no has tenido ningún orgasmo pero no paras de suspirar, de moverte, de acariciarte. Paro el coche y tú, sorprendida, paras un momento sin saber que hacer.

Bajo una ventanilla de tu lado y a continuación paso a la parte trasera. Te deseo y lo notas. Te beso y lo agradeces buscando mi boca, sintiendo en la oscuridad de tu ceguera, un cuerpo conocido junto al tuyo, dándote seguridad, calor, confianza. Te acaricio y noto tu excitación, tu humedad, tu necesidad de sentir algo que no sea un frío vidrio dentro de ti.

Se acercan dos hombres a la ventanilla abierta pero tu no puedes saberlo. Con alguna indicación les hago saber que pueden mirar pero nada más. Aceptan la situación y se disponen a ver el espectáculo mientras se masturban. quizás esperando que cambiemos de opinión. Pero no aguantan hasta el final, no ven mucho. Yo estoy sobre ti, contra la puerta y creen que no va a haber mucho más. Para ellos una escena de unos exhibicionistas sin más, pero se equivocan, es más, mucho más.

No es un acto de exhibicionismo, no está montado para terceros, es algo entre tu y yo. Sentirte entregada, confiando en mi, sintiéndome cerca a pesar de no ver es algo que no se puede expresar con palabras. Durante el camino me lo has dado todo, sin preguntas, sin dudas y quiero dártelo todo. Nos miran, pero estamos solos. No me ves, pero me sientes. No somos nada, pero eres mía, soy tuyo.